Acerca de Coliseo, de Héctor Carreto

Se entregó en cuerpo y alma a la poesía... escribió el poeta mexicano Héctor Carreto y con esa línea que bien describe el oficio que ha ejercido durante años, abre su poemario titulado Coliseo, poemario con el que obtiene en el año 2002 el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes, el de mayor prestigio en su género en México, consolidando así su obra como una de las de mayor impacto en el ámbito de las letras mexicanas. Coliseo es un libro con múltiples cualidades y atributos que le han hecho ser considerada una obra canon dentro de la poesía en México, una obra que supone novedosas propuestas sin evadir la tradición literaria que se ha construido en el país por generaciones, en caso contrario, logra integrarse de forma magistral a ella. ¿Qué hace, sin embargo, a este libro tan singular, que logró situar a su autor en una muy selecta listas de influyentes poetas mexicanos después de ser premiado? 

Coliseo es una pieza maestra por donde se le mire: de entrada, hablamos de una poesía muy breve, lo que denota la gran facilidad del autor para transmitir una emoción, reflejar imágenes o contar una historia de enormes dimensiones (como lo es un mito griego en el caso de este libro) en tan pocas líneas. Emplea un lenguaje, además, muy humilde, preciso, fácil de asimilar, para cualquier tipo de lector, con el estilo tan grácil y armonioso que exige la poesía. Sus composiciones son totalmente libres, sin empleo de métrica o rima, y pese a ello, la lectura de un poema suyo se puede percibir de forma tan gallarda, clara y sin fatiga. En cuestión formal, esas son sólo algunas de las cualidades que le valieron un premio tan prestigioso a Coliseo. La naturaleza temática en la que se desenvuelve el libro, es la propuesta más arriesgada y atinada de su autor: gran parte de su contenido se trata de una especie de transfiguración de la extensa mitología griega hacia un punto de vista muy contemporáneo y urbano, a tal punto en que aquellos grandes titanes de la irrealidad, o las hermosas y suculentas mujeres de eras milenarias se hacen ver como personajes por demás ordinarios en el buen sentido de la palabra, y añade a la vez una atmósfera épica, erótica e irónica en sus poemas, originando, a partir de un lenguaje y técnica depurados, imágenes nítidas, casi palpables para el lector:  Oh sublime Cleopatra, dueña de la Alejandría que todos llevamos dentro –esa tierra propicia para el placer– / Desconozco la grafía griega, pero entiendo el lenguaje de las manos / pero, si en la Arena ambos soltáramos las túnicas, mi rígida lanza podría hacerte mi esclava.

Héctor Carreto se introduce a sí mismo como parte de sus historias, volviéndose un ser omnipresente, capaz de todo, el único que se impone sobre los demás, claro, sin caer en excesos, funge como un centro de origen, como el corazón del poema. Y no obstante, parte importante de la naturaleza del propio autor, siempre presente no sólo en éste libro, sino en toda su obra, es el recurso humorístico que mantiene al margen a su lector, de principio a fin, ya sea que el verso inicial suponga ese flechazo tan certero, o sea el desenlace el cual nos deja buen sabor de boca, todo esto, sin transformar sus piezas artísticas en meros chistes de vergüenza ajena: Te felicito, Leónidas; tu libro fue un éxito de ventas. No más deudas. Ahora podrían ser tuyos el Armani y el Jaguar del año…

Es precisamente por el hecho de que Héctor Carreto rompe con esas barreras espacio-temporales, llevando aquello que permanece como milenario e inviolable, a una atmósfera totalmente apegada a la realidad, que se ha convertido en influencia importante en el ejercicio y comprensión de la poesía para muchos de sus adeptos. De la mano de la ironía, del desencanto, el sentido del humor, del factor sorpresa con el que aborda esa transfiguración de grandes personajes mitológicos a seres comunes, el autor retoma con tales recursos la tradición de poetas romanos que hicieron uso de los mismos, (siendo Valerio Catulo el más claro ejemplo de influencia en su obra), y crea un estilo contemporáneo genuino e irreverente para hacer poesía, un estilo que había cobrado fuerza desde sus obras anteriores, y es en Coliseo donde logra consolidarse de manera contundente e inconfundible. Y es para dar veracidad a todo lo antes dicho que comparto el poema siguiente, uno de los más destacados del libro y de la obra general de Carreto:

 

El Caballo de Trojan

Esa noche, mientras Paris,

absorto, pulía su dardo;

mientras Menelao soñaba

con lienzos tibios detrás del muro,

me escurrí hasta la pieza de Helena

y, envuelto en un disfraz de látex

logré violar las puertas de Troya.

 

Publicado originalmente bajo el sello editorial Joaquín Mortiz-Grupo Planeta en abril de 2002 (reeditado en 2013 bajo el sello editorial ALJA) y con una bella presentación visiblemente minimalista, el libro ganador del premio Aguascalientes en 2002, Coliseo de Héctor Carreto, ha sido, es y será un título que trasciende generaciones para ligar antiguas tradiciones líricas con las contemporáneas y un referente de gran peso para la búsqueda, el ejercicio y comprensión de la poesía actual en lengua española, pues en palabras del propio autor: para un auténtico poeta no es lo más importante publicar ni ganar premios, sino cuestionar el mundo a través del lenguaje. 


-Diego CG

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